jueves, 29 de julio de 2010

¿TE APUNTAS? NO, GRACIAS

Si cierro los ojos y trato de recordar Moby Dick, veo olas gigantes haciendo zozobrar barcos, y marineros toscos arponeando monstruos marinos en medio de la tempestad. Cuando uno se aproxima de adulto a los clásicos de aventuras que conoció en la infancia, supongo que busca algo diferente. Y lo encuentra. Moby Dick: el joven Ismael se embarca en el Pequod que está a punto de partir por una larga temporada a la caza de ballenas en los mares del sur.

En seguida emerge poderosamente el capitán del barco, Acab, y en ese momento la historia vira. Y el autor nos orienta hacia su verdadero objetivo, que no es la caza de ballenas sino la búsqueda obstinada de Moby Dick, la terrible ballena blanca que le arrebató la pierna. Empieza algo que es mucho más que una novela de aventuras.

El capitán Acab se dibuja admirable y temible: la horrenda cicatriz, los silencios furibundos, sus inesperadas apariciones y desapariciones sobre la cubierta del barco y sobre todo, el mítico episodio del encuentro con la bestia blanca que lo mutiló para siempre. Todo esto configura a un personaje de gran potencia que atrapa a sus hombres. El vínculo con ellos es una gruesa maroma atada a dos emociones muy primarias: amor y miedo. Amor y compasión por el hombre inválido y sombrío. Miedo del capitán iracundo que dirige los destinos de sus tripulantes. Todo está a punto.

Acab arenga y enardece a la tripulación, y consigue que su propia obsesión por encontrar a Moby Dick se convierta en el motor de todos ellos. …Alzó los dos brazos al aire: …y para eso os habéis embarcado, muchachos, para perseguir a la Ballena Blanca por ambos hemisferios si es preciso, y por todos los rincones del universo hasta que lance sangre negra por el surtidor y flote panza arriba. Conque hijos míos, ¿queda cerrado el trato?¿o acaso no sois una partida de valientes, como creo?... Y con ello queda sellado el compromiso. Un grupo al servicio ciego.

Pero algunos se resisten. Un oficial, Stubb, confronta a Acab con una de sus arbitrariedades y el capitán lo desprecia con violencia. Stubb le responde: “No estoy acostumbrado a que me hablen así, señor, y no me gusta en absoluto”. Esta es otra de las cumbres de la novela. Hay personas que son absorbidas por otras. Pero hay personas que no. Igual ocurre con Starbuck, otro de los oficiales, cuando reclama prudentemente a Acab por la verdadera misión del Pequod, “yo he venido a cazar ballenas, señor, no a consumar una venganza”. Stubb y Starbuck no asumen la obsesión de Acab, y por eso serán neutralizados por él. Amenazas fuera.

Y así, a través de la locura de Acab, nos vamos dando cuenta de que la destructiva búsqueda de Moby Dick es la historia de la bestia buscándose a sí misma para terminar aniquilándose. Moby Dick es Acab. Acab es Moby Dick. Y los demás son el atrezzo de esta función. “Me ha afrentado, señor, -dice Starbuck- me ha ofendido, pero no le pido que tenga cuidado conmigo, se reiría de ello. No, lo que le pido es que Acab tenga cuidado con Acab. Tenga usted cuidado consigo mismo”.

El final, como se puede esperar, no es feliz.

Y después de “fin” te quedas pensando en todos esos capitanes Acab que conoces, que han arrastrando a las masas en pos de su propio delirio. En los que han sido y en los que son. Pueblos enteros convertidos en masa, en una plaza inmensa vitoreando a su propio Acab. Uf. Y si sigues pensando encuentras, como en el Pequod, los barriles de la bodega llenos de amor y miedo hacia su capitán. Y a los oficiales Stubb, y Starbuck eliminados. Los finales nunca han sido felices, ni para esos Acabs ni para sus tripulaciones.

Y en lo personal, ¿quién no se ha sentido alguna vez embarcado en una guerra que no era la suya?. ¿Quién no ha aceptado una invitación a un ilusionante proyecto global para luego descubrir que la historia no es más que Acab buscándose a sí mismo?. Y el final tampoco es feliz. Te frustras, te echan, te vas.

Yo he sido tripulante del Pequod durante muchas travesías. A veces he sido marinero y a veces oficial. Ahora huyo de los Capitanes Acab como de la peste. Podría decir que los huelo a distancia y ruego a los dioses que me protejan de ellos. Déjenme tranquila con mi propio cachalote, que ya tengo bastante y parece que estamos haciendo las paces…

sábado, 24 de julio de 2010

EL GATO DE CHESHIRE

A veces somos torrentes. De palabras, de emociones. Algunos, siempre. Nos desplegamos como un mantel encima de la mesa. Y se nos ve el bordado, pero también las manchas de vino de las sucesivas cenas. Lo malo es que algunos manteles preciosos acabamos recordándolos sólo por las manchas.

Tengo un vecino que es un hombre bueno, pero al momento de conocerte te lo ha contado todo y te lo ha ofrecido todo. Entregado y excesivo. En el último evento en el que coincidimos lo vi solo. Demasiadas manchas quizá. Al menos, demasiado a la vista. Se me encogió un poco el alma.

En estos casos siempre me acuerdo del Gato de Cheshire de Alicia en el país de las maravillas. Ese enigmático personaje que está y no está, que a veces se muestra entero, a veces sólo la sonrisa, a veces…. Del gato no sabemos qué es más, si la sonrisa o las uñas. Y no sabemos lo que quiere ni lo que hará. En el partido de croquet en que Alicia juega con los Reyes de Corazones, el gato aparece y se dirige a Alicia -Hola, ¿cómo te va?-. el Rey vio al gato y preguntó a Alicia: -¿se puede saber con quién estás hablando?,- mirando la cabeza del gato y dando muestras de gran curiosidad -Es un amigo mío: un gato de Cheshire- le dijo Alicia –Permítame que se lo presente-. –No me gusta nada su aspecto- comentó el Rey-, pero en fin, si insiste dejaré que me bese la mano. –Gracias pero prefiero no hacerlo- le dijo el gato.

Ese es mi gato de Cheshire. Su sonrisa es tan grande como el enigma que encierra. Esas sonrisas enigmáticas. Y esa distancia. Por eso es tan atractivo. Deseamos lo que no poseemos. Lo han escrito todos. Cuando leo Alicia en el país de las maravillas espero todo el rato que aparezca el gato de Cheshire. No me interesa tanto la reina. Ya sé lo que hace: ordena cortar cabezas por aquí y por allá.

Mi amiga ALH se ha apropiado de la sonrisa del minino. Igualmente, hace a su antojo, y hay cosas que prefiere no hacer. Una noche que todos recordamos desapareció sigilosa con su vestido largo ondeando al viento, igual que se desvanece la cola vaporosa del gatito. La adoramos. Desde este momento la llamaré Chesh.

jueves, 22 de julio de 2010

1er #certamenfototuit. LA ANGUSTIA

Despertarse es nacer. De alguna manera.

Pero un día amaneces con un ancla de plomo amarrada al pecho. Entonces estás muerto, hermano...

Los amigos de twitter se han animado. Estas son las gotas de angustia que nos ofrecen, a elegir:

@Sr_Blanco. Spiderweb







@AmioCajander. 21 de Julio, 10:20 am, 9 llamadas perdidas, 264 mensajes por leer ... ¿Donde me he equivocado?






@semillanegra. Angustia one






Angustia two






Angustia three






@ajaume LO FATAL. Rubén Darío



DICHOSO el árDICHOSO el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
¡Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos
y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...



@elbauldejosete. Me angustia la soledad, aunque a veces se transforme en deseo.






El tuit de @c0rvid0 ;)))

La angustia es ir. en un vagon de metro en hora punta y de pronto tener un apreton intestinal irreflenable