miércoles, 16 de febrero de 2011

PLÉYADES

Una rubia increíble con los codos apoyados en la barra mira las botellas que están ordenadas por licores en la leja de cristal y acaricia distraída el borde de la copa que tiene delante. Desde el fondo del local un muchacho de menos de veinte años no le quita ojo.

En un momento dado, el sonido instantáneo de un golpe seco perfora el rumor de fondo. La rubia cierra los ojos y se yergue inspirando profundamente. Se gira sobre el taburete y contempla con la copa en la mano. Johnny va a ganar la partida, eso es lo único cierto. Todo el universo dentro de los ojos maduros de Johnny, pero ahora, después del Big Bang, los astros se ordenan sobre el paño verde.

Se suceden los golpes y la danza de los contrincantes alrededor de la mesa. Pero Johnny no tiene una buena noche. En cambio, el taco del adversario parece que fuera el lápiz que trazó la espiral sobre la que reposan las Pléyades, y ahora, las conduce de nuevo al cosmos a través de las troneras. Clac, clac, clac. Una tras otra. La muchacha de belleza sobrenatural mira inquisitiva al adversario, pero el joven de menos de veinte años está fuera del haz de luz de la lámpara y apenas se le ve la cara. Golpea y se retira. Otro golpe y paso atrás. Y baja los ojos cuando la chica lo mira de frente.

A la muchacha le viene a la cabeza el tiesto con una flor de pascua que lleva viendo tirado al lado de la casa abandonada desde pasadas las fiestas de Navidad. Todas las tardes pasa por esa esquina en su camino al bar y todas las tardes lo ve. Desde hace días está volcado. El viento habrá sido. Ella supone que lo mearán los perros, que lo patearán los niños camino del colegio. Pero el tallo reseco no deja de echar hojas, pequeñas hojitas arrugadas que van creciendo poco a poco. Ahora en marzo los días son más largos y las hojas ya no salen rojas, salen verdes. Pero siguen saliendo, y la muchacha lleva ya un tiempo que cuando sale de casa se pregunta cómo andará la miserable flor de pascua. Ayer mismo puso el tiesto en pie al pasar, y hoy le ha vaciado las últimas gotas de su botellita de Evian.

Negra en el agujero. Johnny no ha ganado la partida y cabizbajo guarda el taco. La chica se le acerca por detrás y trata de abrazarlo por la cintura, pero él la aparta delicadamente con la mano, sin mirarla, y se marcha, se desvanece una vez que sale del haz de la lámpara. Y ella se queda y lo ve salir.

El joven ganador la está mirando, ahora desde muy cerca. Se decide a invitarla. ¿Quieres….te apetece una copa..?. Ella lo mira con sorpresa y se dirige a la salida sin contestarle. A su paso por la esquina de la casa abandonada, ya de noche, agarra el tiesto de la flor de pascua y se lo lleva a casa.

jueves, 3 de febrero de 2011

SILENCIO

Estoy afásica sí, cualquiera no en nuestro caso.

Pero a veces miro en google analytics y ¡¡seguís entrando a ver!!, muchos...


Gracias.


Esto son dos o tres años más de vida.