
En seguida emerge poderosamente el capitán del barco, Acab, y en ese momento la historia vira. Y el autor nos orienta hacia su verdadero objetivo, que no es la caza de ballenas sino la búsqueda obstinada de Moby Dick, la terrible ballena blanca que le arrebató la pierna. Empieza algo que es mucho más que una novela de aventuras.
El capitán Acab se dibuja admirable y temible: la horrenda cicatriz, los silencios furibundos, sus inesperadas apariciones y desapariciones sobre la cubierta del barco y sobre todo, el mítico episodio del encuentro con la bestia blanca que lo mutiló para siempre. Todo esto configura a un personaje de gran potencia que atrapa a sus hombres. El vínculo con ellos es una gruesa maroma atada a dos emociones muy primarias: amor y miedo. Amor y compasión por el hombre inválido y sombrío. Miedo del capitán iracundo que dirige los destinos de sus tripulantes. Todo está a punto.
Acab arenga y enardece a la tripulación, y consigue que su propia obsesión por encontrar a Moby Dick se convierta en el motor de todos ellos. …Alzó los dos brazos al aire: …y para eso os habéis embarcado, muchachos, para perseguir a la Ballena Blanca por ambos hemisferios si es preciso, y por todos los rincones del universo hasta que lance sangre negra por el surtidor y flote panza arriba. Conque hijos míos, ¿queda cerrado el trato?¿o acaso no sois una partida de valientes, como creo?... Y con ello queda sellado el compromiso. Un grupo al servicio ciego.

Y así, a través de la locura de Acab, nos vamos dando cuenta de que la destructiva búsqueda de Moby Dick es la historia de la bestia buscándose a sí misma para terminar aniquilándose. Moby Dick es Acab. Acab es Moby Dick. Y los demás son el atrezzo de esta función. “Me ha afrentado, señor, -dice Starbuck- me ha ofendido, pero no le pido que tenga cuidado conmigo, se reiría de ello. No, lo que le pido es que Acab tenga cuidado con Acab. Tenga usted cuidado consigo mismo”.
El final, como se puede esperar, no es feliz.
Y después de “fin” te quedas pensando en todos esos capitanes Acab que conoces, que han

Y en lo personal, ¿quién no se ha sentido alguna vez embarcado en una guerra que no era la suya?. ¿Quién no ha aceptado una invitación a un ilusionante proyecto global para luego descubrir que la historia no es más que Acab buscándose a sí mismo?. Y el final tampoco es feliz. Te frustras, te echan, te vas.
Yo he sido tripulante del Pequod durante muchas travesías. A veces he sido marinero y a veces oficial. Ahora huyo de los Capitanes Acab como de la peste. Podría decir que los huelo a distancia y ruego a los dioses que me protejan de ellos. Déjenme tranquila con mi propio cachalote, que ya tengo bastante y parece que estamos haciendo las paces…
Todos las mañanas al despertar nos embarcamos en el Pequod y por la noche nos acostamos con una pata de palo o con una moneda de oro... y a propósito de esto te recomiendo esta entrada:
ResponderEliminarhttp://www.perezreverte.com/articulo/perez-reverte/291/el-doblon-del-capitan-ahab/
en aquellas épocas cuando aprendía ingles probé a leer un verano moby dick en VO... como Melville escribia los dialogos como los marineros hablaban, no me enteré de nada pero me llamó tanto la atención la historia que tuve que leermelo en version española con el inglés al lado.
ResponderEliminarRecuerdo el THYSELF...
'Thou hast outraged, not insulted me, sir .. but let Ahab beware of Ahab; beware of thyself, old man.'
definitivamente, una de las frases cumbres de la historia, que has explicado taaan taaan bien
Líbreme Dios de los resultados de las motivaciones de un líder.
ResponderEliminarSólo unos pocos nacieron con el don de modificar las intenciones de la masa, -cuanto más grande la masa más grande el don...-
La terrible y cruel realidad es que, de aquellos a los que les fue concedido, fueron excepción los que lo utilizaron para mejorar el mundo más allá de su propio beneficio. Otra cosa es lo que yo haría si un enorme bicho me comiera una pierna...
Mas vale cachalote que pena en el ci....
ResponderEliminarMeredith
Más razón que un santo, Luis. Gracias por el enlace.
ResponderEliminarla verdad es que leer en el idioma original es un placer añadido, Amio. Let Ahab beware of Ahab...
El bicho que se atreva con una pierna tuya es que no te conoce, Mani.
Meredith, Meredith..
Gracias a todos!
Mi blog empezó llamándose "Por ahí resopla" en honor al capitán Ahab.
ResponderEliminarBuen domingo.
No hay que embarcarse con los Acab de turno. La suerte que ellos tienen es que hay personalidades que desean ante todo ser mandadas,porque la obediencia es el gran antídoto contra la ansiedad, personas que sólo quieren una respuesta. o blanco o negro. El gris es el más elegante de los colores, un gris con todos los matices posibles...
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