jueves, 2 de septiembre de 2010

LA MORITA

Ayer en el trabajo me entrevisté con una morita que venía acompañando a su padre. La chica, una monada de menos de veinte años. Sin velo, con una hermosísima melena brillante recogida en una coleta baja. Vestida a un estilo más bien europeo, con algunos abalorios morunos en las manos. El padre, un marroquí aceitunado de unos cincuenta años con su pelo negro, su bigote negro y sus manos sucias. La morita tenía unos enormes ojos oscuros y una mirada limpia de niña curiosa. El padre me provocó la misma desconfianza que un gato asustado, quieto, que en cualquier momento te puede saltar a la cara. La chica me pidió disculpas porque habían tenido problemas para encontrar aparcamiento y llegaban con casi media hora de retraso. No problem, criatura.

Escarbé un poco en su historia. La chica y algún hermano más llevaban doce años en España, hablan bien el español y tienen sus papeles en regla. Los padres vinieron después, no hablan casi nada de español. Viven todos juntos. Me encantó la morita y le dije que se tenía que casar con un español. Ella se echó a reír un poco avergonzada, como si le hubiera leído el pensamiento. El padre la miró inquisitivo y ella se lo explicó en un árabe cantarín. El se puso muy serio y me miró furibundo. Me asusté un poco y medio le pedí perdón.

Continuamos la entrevista que era sobre asuntos del padre. La morita y yo nos entendíamos perfectamente. Ella contestaba ágilmente a todas mis preguntas, cogía al vuelo mis comentarios y de vez en cuando traducía al padre frases cortas, que eran suficiente. Eran una familia, cada uno con su rol y la chica al menos, perfecta en el suyo. Me hizo varias preguntas a mí, muy buenas preguntas, de naturaleza práctica. Necesitaba mis respuestas para ordenar su realidad y la de su familia. Yo estaba encantada de hablar con ella. No era tímida, no tenía miedo, no tenía odio, era lista, era guapa. Tremendo futuro.

Yo estaba sentada a un lado de la mesa y ellos dos al otro lado, pero los lugares reales en que nos encontrábamos eran otros. Mi morita estaba entre su padre y yo. Y aunque ella probablemente no lo sabe le espera un futuro mucho más prometedor que a muchas de sus amigas, pero tendrá que tomar una decisión llegado el momento, seguro que ya la está tomando: sentarse en mi lado de la mesa o volver a sentarse en el lado de su padre. Cualquiera de las dos opciones lleva implícita una renuncia dura. Pobre morita.

Creo que se vendrá a mi lado, no lleva velo y su padre no se opone. Fantaseo y decido que el marroquí es un buen padre, que adora a su hija, que hizo su propia dolorosa renuncia enviándola a España con sus hermanos, separándose de ellos por buscarles un futuro feliz. Probablemente ahora sólo se opone a ciertas cosas porque ese es su papel. Pero se opone de aquella manera, como un abuelete cascarrabias que siempre acaba cediendo. Si no, la chica llevaría velo o estaría huida. Pensé en la madre de la morita. Me imaginé una mora grande con velo, pero con la energía de una madre manchega, con la cara curtida, con el sufrimiento a cuestas de algún hijo muerto, y me la imaginé peinando a la morita y poniéndola bien guapa para que se coma el mundo. Y se lo va a comer. Aquí. Bienvenida. Necesitamos chicas como tú.

Otro día tuve que entrevistarme con un joven nigeriano. Había llegado a España dos años atrás, muy enfermo, tras dos semanas seguidas cruzando Africa a pie, y un viaje en patera sin alimentos ni agua. Ahora vive con quince negros más en un piso mugriento y vende cedés ilegales. Este chico me miraba de lado, con rencor. Creo que le daba igual lo que yo le decía, sólo necesitaba mi firma. A éste pobre le espera un futuro diferente

6 comentarios:

  1. Hola Justine, que bien has reflejado las dos caras de la moneda.
    Nos estás acostumbrando mal y empezamos a necesitar lecturas como la tuya todos los días. Besos.

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  2. Las dos caras de la inmigración pero porqué no, las dos caras de toda la realidad social en este país. Si omitimos nacionalidades y nos abstraemos de los complicados orígenes creo que todos conocemos ejemplos para encajar en cada lado. Nadie puede garantizar un buen futuro, pero si no vas a por él, se da la vuelta y te arrollla. Y vida sólo hay una..
    Precioso texto Justine

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  3. En Nejapa (El Salvador) existe una fiesta en la que los jóvenes se lanzan entre sí "bolas de fuego", como en una batalla.Las bolas las hacen con tela y alambre y las prenden con fuego.Se hacen en honor de su patrón San Jerónimo y representan " las tentaciones de la carne" que el diablo le hacía a éste cuando vivia como un ermitaño y que él le devolvía sin aceptarlas.
    Te lo cuento por sí deseas hacer más flamígero tu blog y pasar de las gotas a las bolas.

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  4. Píndaro decía "Llega a ser el que eres" y ambos la morita y el subsahariano están en ello.Ser hombre/mujer significa estar en ello. Somos seres en camino,in vía,lo importante es seguir andando, nunca hemos llegado...

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  5. Me viene a la cabeza el cuadro de René Magritte, "Ceci nést pas una pipe". Enhorabuena por tu blog. Desde ahora te seguiré de cerca!!

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  6. Nada es lo que parece y siempre hay razones para ello. Bienvenida y muchas gracias, Pepa!!

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